viernes, 10 de agosto de 2007

NaDu__Uh qeuDa

Aquí, en guayaquil roban
Roban, todo roban.


Roban al seguro
Roban el seguro
Roban a Franklin
Y a la casa blanca
Roban la cartera
La cédula y la firma.

Roban durante un tiempo
Al carro, a la vida y
Después al final también al tiempo.

Roban las llamadas y los mensajes
La camisa, el pantalón y el zapato,
La cadena, el arete, el anillo, el reloj,
El piercing, la pulsera y el cinturón,
Roban la tecnología y la chatarra.
Roban al estudiante, al universitario
Al empleado, al jefe y a la ama de casa.

Roban al que tiene más
Roban al que tiene menos.

Roban el impuesto.

Roban al carro,
Sus pies, su voz, sus oídos,
Sus flatulencias, sus cosas.
Roba el político
Los ahorros del pobre.
Roban la pared blanca,
El vidrio lleno de polvo.
Y roban el agua, la luz,
Y más que nada el teléfono,
Los pasajes y al pasajero,
La limosna y al limosnero,
Al pecador, al santo.

Aquí, en Guayaquil roban,
Roban, todo roban.

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Roban
Al beso y a los labios,
La mirada y las caricias,
La cama y su virginidad.

Roban al amor,
Las flores, el peluche,
Los chocolates y la cita.
Roban la esperanza.
Roban la confianza,
La seguridad y la humildad.
Roban la niñez y la inocencia.
Roban la venganza,
El odio y el rencor.
Roban la amistad
Con hipocresía e interés.
Roban la prudencia
Con tensión y desesperación.
Roban el amor
Con engaños y amantes.
Roban la santidad
Con mal y tentación.
Roban al social
Con soledad y marginación.

Aquí, en Guayaquil roban,
Roban, todo roban.

Roban al sujeto, al verbo,
Al epíteto, al verso,
A la prosa y al protagonista
A las páginas y al capítulo.

Roban la armonía,
Las notas, las partituras,
Al sostenido o al bemol,
Al do hasta el si,
A la llave de sol y fa,
Al piano, al violín,
A la batería y al bajo,
A la estrofa; el estribillo
Y la voz del cantante.

Roban el escenario
El efecto especial,
La imagen y al actor,
Al director y al guionista.

Roban el rojo,
El amarillo, el atardecer,
El azul, el mar, el verde,
El óleo, la acuarela
El pincel, el marco, la tempera,
La cara, la sonrisa,
El paisaje y el mensaje.

Roban a la vida
Al que no sabe qué es la luz
Al que está aprendiendo a saber
Al que intenta sobrevivir
Al que quiere una familia
Al que ya vivió
Y al que no muere.
Roban la voz
Y la expresión
Roban la diversión
De niñas y niños.

Roban el trabajo
De los más chicos,
De jóvenes algunos,
Y de jubilados muchos,
De amas de casa
De honestas profesoras,
De los albañiles
Y de las madres,
De los esclavos
De los agricultores.

Roban la niñez
Con trabajo
Con limosnas
Sin estudios
Sin diversión
Sin sanidad.

Roban a la mujer
Con fuerza
Con moretones
Con brutalidad
Con inferioridad
Sin amor.

Aquí, en Guayaquil roban
Y no sólo roban
Sino también matan.


Matan al carro (el alcohol)
Matan al cuchillo (el asesino).

Matan al inocente (la televisión)
Matan al vulgar (el hijo de puta).

Matan a la mujer (el hombre)
Matan al animal (el animal)
Matan a la virginidad (el violador, el tío)
Matan al feliz (el triste envidioso).

Matan al corazón
(la bala, el cuchillo,
la curva de la montaña,
el río, el camión,
el machete y la daga).

Matan a la verdad (la televisión)
Matan a la ley (la ley)
Matan al asesino (el vengador)
Matan al silencio (el ruido)
Matan a la madera (el hombre, el fuego)
Matan al libro (malinterpretando)
Matan al hospital (mal servicio)
Matan al camarón (la ambición)
Matan al banano (la ambición)
Matan a la vejez (las cremas)
Matan a la religión (el ateo).

Matan al cielo (el infierno)
Matan al infierno (el cielo).

Matan al vivo (lo inerte)
Matan al cuerpo (el deseo)
Matan a la mujer (la prostitución)
Matan a la música (el ruido)
Matan al lenguaje (el vulgar)
Matan al sujeto (el epíteto).

Matan a la vida (la muerte)
Matan a la muerte (la vida).

Aquí, en Guayaquil matan
Y también roban
Duro y fuerte.

Duro y fuerte

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